LAS SIRENAS Y ULISES
La imagen que se tiene normalmente de las sirenas es la del ser mitad humano mitad pez. Pero las sirenas griegas no tenían precisamente esta forma ni actuaban de la misma manera.

¿Quiénes eran las sirenas?
Se trataba de genios híbridos, seres similares a las ninfas y dependiendo de la versión del mito eran tres, cinco o incluso ocho. Vivían en el mar, cerca de lo que es Sicilia. Su forma era la de cuerpo de ave con rostro de mujer, por lo que no tenían aletas, sino alas para poder volar, aunque posteriormente se tomaron como seres con cola de pez.
Una de sus principales características era su voz, ya que poseía una inmensa dulzura y musicalidad. Gracias a su don, atraían a los barcos de marineros; éstos quedaban tan embelesados con tan bella música que saltaban del barco para poder escuchar mejor, pereciendo ahogados en las aguas.
Sin embargo, hubo alguien capaz de soportar el canto de las sirenas. Se trata de Ulises, quien en su vuelta a casa tras la guerra de Troya tuvo la desventura de pasar por los dominios de estos seres. Las sirenas tenían una obligación, y era que si algún hombre era capaz de oírlas pero no se sentía atraído por ellas, debían morir.
Para evitar su influjo, Ulises siguió el consejo de Circe y ordenó que todos los hombres de la nave se tapasen los oídos con cera para no escuchar el canto de las sirenas. Mientras esta operación se llevaba a cabo, Ulises se ató al mástil del barco con los oídos descubiertos, sin cera alguna. Les ordenó que viesen lo que viesen no le desataran del mástil, por mucho que él suplicara.
Cuando pasaron por la zona en que las sirenas comenzaban con su canto, ninguno de los marineros sufrió daño alguno, ya que no escucharon nada. Sin embargo, Ulises, hechizado por la bella música, suplicó e imploró que le soltaran, pero los marineros le hicieron caso omiso. Ulises pudo escuchar la música sin sufrir daño alguno.
Ante el rechazo sufrido, las sirenas no tuvieron otro remedio que cumplir con su obligación y una de ellas debía morir. La escogida fue Parténope, que se lanzó al mar. Su cuerpo fue arrastrado hasta la costa, donde fue enterrada con grandes honores, construyéndose también un pequeño templo en su honor alrededor el cual se fundó un pueblo, Parténope, que tiempo después sería Nápoles.
Las seductoras sirenas de la mitología griega: cómo los héroes resistían a la tentación de su canto arrebatador
Las sirenas son un tipo de criatura que encontramos en la antigua mitología griega. Habitualmente se describe a las sirenas como criaturas bellas pero peligrosas. En la mitología griega, las sirenas eran conocidas por seducir a los marineros con sus dulces voces, y al actuar así, los arrastraban hacia la muerte. Las sirenas han sido mencionadas por números autores de la antigua Grecia. Probablemente una de las referencias más famosas relacionadas con las sirenas es la que nos llega de la Odisea de Homero, en la cual el héroe, Odiseo o Ulises, tiene un encuentro con estas criaturas en su travesía de vuelta a casa desde Troya.

Kylix, copa griega de terracota con dos asas decorada con pinturas de sirenas en color negro ( CC BY-SA 3.0 )
Las sirenas en la antigua literatura
El número de las sirenas varía dependiendo del autor de la antigüedad que nos habla de ellas. Homero, por ejemplo, no menciona el número ni el nombre de las sirenas con las que se encontraron Odiseo y sus compañeros. Otros autores, sin embargo, son más descriptivos. Por ejemplo, uno de ellos sostiene que fueron dos las sirenas (Aglaofema y Telxiepia), mientras que otros afirman que fueron tres (Pisínoe, Agláope y Telxiepia, o Parténope, Ligia y Leucosia)
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‘Ulises y las sirenas’, 1868, óleo de Firmin-Girard (Dominio público )
Los autores de la antigüedad tampoco parecían ponerse de acuerdo con respecto a la filiación de las sirenas. Uno de ellos, por ejemplo, afirma que las sirenas eran hijas de Forcis (un dios marino primordial), mientras que otro sostiene que eran hijas de Terpsícore (una de las nueve musas). Según una de las tradiciones, las sirenas eran compañeras o sirvientas de Perséfone, hija de Zeus y Deméter. Tras ser raptada Perséfone por Hades, se dieron alas a las sirenas. Según algunos autores esto fue a petición de las propias sirenas, para que así pudieran buscar a su señora Perséfone de forma más efectiva. Otros atribuyen este don a un castigo de Deméter, ya que las sirenas habían fracasado en su intento de impedir el rapto de Perséfone.

Frasco griego arcaico de perfume con forma de sirena, circa 540 a. C. (Dominio público )
En cualquier caso, esta asociación con el mito del rapto de Perséfone ha contribuido a la imagen de las sirenas creada por los antiguos griegos. En líneas generales, se representaba a estas criaturas como aves con cabeza de mujer. En algunos casos las sirenas tienen también brazos. Según algunos investigadores, las sirenas (o al menos la forma que adoptan) son de origen oriental (el ba del antiguo Egipto , por ejemplo, a menudo es representado como un ave con cabeza humana) y habrían llegado a Grecia durante el período orientalizante del arte griego.
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Resistiendo al seductor canto de las sirenas
Las sirenas aparecen en numerosos mitos de la antigua Grecia. Una de las historias más famosas sobre sirenas la encontramos en la Odisea de Homero. En esta obra de la literatura antigua podemos leer que las sirenas viven en una isla cercana a Escila y Caridbis, y de hecho Circe ya había advertido al héroe Odiseo sobre ellas. A fin de impedir que sus hombres fueran seducidos por el canto de las sirenas, Odiseo hizo que se taparan los oídos con cera. Al desear el héroe escuchar el canto de las sirenas, ordenó a sus hombres que le ataran fuertemente al mástil de su embarcación. Mientras navegaba el barco de Odiseo y sus hombres junto a la isla que habitaban las sirenas, la tripulación no fue afectada por su canto al no poder oírlo. En cuanto a Odiseo, él si escuchó el canto de las sirenas, pero pudo vivir para contarlo al encontrarse amarrado al mástil.

‘Ulises y las sirenas’, óleo pintado en 1891 por John William Waterhouse. Ulises (Odiseo) se encuentra atado al mástil, mientras su tripulación se ha tapado los oídos con cera para protegerse del seductor canto de las sirenas
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